“El Perú no existe para Estados Unidos”
Daniel Alarcón acaba de presentar su último libro bajo el título de “El rey siempre está por encima del pueblo”, un conjunto de relatos en el que retoma el sendero de las sociedades marcadas por el desarraigo y la violencia. En esta entrevista el narrador habla sobre su relación de ida y vuelta con el Perú, y de su vida en Estados Unidos, el país en el que despegó su prometedora carrera literaria.
Por Rafael Robles
Daniel Alarcón es un gringo con pinta de peruano. Lleva la clásica casaquita Evo Morales encima y para el desayuno pide hojuelas de cereal con leche, panqueques rellenos y un café cortado. Cuando conversa deja escapar un español lento y repensado en cada respuesta. Es por eso que todavía prefiere escribir en inglés, su lengua “natal”, y que sean otros los que traduzcan los libros al idioma en el que recién lo leerán los amigos y la familia que dejó aquí, cuando tenía 3 años y partió a Estados Unidos siguiendo a sus padres. Hoy, convertido en la más interesante promesa de la literatura de ambos países, está de vuelta para presentar su último libro de relatos: “El rey siempre está por encima del pueblo”, en el que otra vez nos veremos retratados como sociedad bajo la aguda mirada de un peruano con pinta de gringo. O al revés, da lo mismo.
–Tu padre ha sido el corrector de muchas de tus historias. ¿Su figura influyó mucho para que escribieras desde tan joven?
–La de ambos, papá y mamá. Mi mamá es una lectora voraz, lee más que yo, es una cosa impresionante, siempre me está pidiendo recomendaciones. A veces hay libros que me regalan y que se los doy a ella porque yo tengo como para tres años de lecturas atrasadas.
–¿A qué edad supiste que serías escritor?
–Mi primer cuento serio, aunque malo, lo escribí a los 17 años. Luego me di cuenta de que, después de graduarme, quería seguir llevando talleres de narrativa. Yo siempre quise ser escritor o futbolista, desde muy joven. Incluso una vez me encontré con Edmundo Paz Soldán y me presenté diciéndole “Hola, soy escritor”. Ahora me parece muy arrogante haberlo dicho.
–Hubo un momento en el que casi te olvidas de hablar español. ¿Qué hiciste para que eso no suceda?
–No fue difícil, nunca me puse a estudiar gramática ni nada de eso. Tuvo que ver más con venir al Perú, pasar más tiempo acá, conocer más gente. Para mí el inglés viene a ser un idioma muy lindo. Eso no quiere decir que sea mejor o peor que otro idioma. Mi español es peor que mi inglés, soy un poco más lento, no tengo chispa, converso menos, pero sé que es cuestión de tiempo.
–¿El inglés funciona mejor para escribir narrativa?
–Me da mucho espacio para crear de una forma muy directa y poética. Ahora, quizás diga esto porque es el que manejo mejor. Mi problema es que mi nivel de castellano no es el suficiente como para distinguir una prosa finísima. Lo más probable es que cuando encuentre una prosa súper elegante no pueda comprenderla. Creo, además, que otros idiomas se prestan a diferentes estilos. No es por nada que la estructura de la literatura japonesa sea diferente que la polaca. Quizás haya algo ahí entretejido.
–Pero estás escribiendo una novela en español.
–Si bien todavía no puedo dominar los ritmos ni hacer una prosa elegante, esto me gusta porque es un proceso de aprendizaje. Me gustaba mucho lo que había avanzado de esa novela, desde la primera entrega hasta la última, yo notaba que iba agarrando ritmo. Aunque la verdad es que la he dejado un poco. Tenía demasiados retos a la vez, ahora no sé cuándo la voy a hacer. Tengo que terminar una novela gráfica primero, una que estoy haciendo junto a la artista Shila Alvarado.
–¿Alguna vez has sentido algún resentimiento en tu contra por el hecho de escribir en inglés siendo peruano?
–Si existe he tenido la suerte de no toparme con él. Quizás si hubiera crecido aquí habría sido más complicado. Escribir una buena novela es algo muy difícil. Yo conozco gente que está entregada a su oficio y sus textos no me convencen, pero esa no me parece una razón para que la crítica se meta con la parte personal del autor, eso puede hacer mucho daño. A mucha gente no le gustó mi libro pero eso no tiene que ver con que tenga malas intenciones.
–¿Te afectan mucho las críticas?
–Es como cuando era chico y jugaba fútbol, cuando mi equipo perdía y yo había dado todo de mí entonces no me sentía mal. Si siento que sudé la camiseta, estoy tranquilo, porque sé que quizás no logré lo que quería escribir pero hice lo mejor que pude.
–¿El medio norteamericano es más tranquilo que el peruano para los escritores?
–Lo que pasa es que aquí el terreno es muy reducido. Digo que allá el país es tan grande que un escritor pasa totalmente desapercibido. Ese anonimato es bonito. Acá es diferente, un autor habla sobre un tema y sale en la prensa. Allá, para que suceda lo mismo, uno tiene que salir con una modelo o cumplir con cosas bien extraliterarias. En cuanto a lo económico, en el Perú es más complicado porque al menos allá puedes escribir en revistas y recibir un salario por eso. Aunque escribir siempre es difícil, es un oficio arriesgado.
–¿Alguna vez pensaste en radicar aquí?
–Siempre lo he pensado. Por ahora estoy yendo y viniendo. A largo plazo es algo que quisiera hacer, pero la verdad es que sí soy bastante gringo. Sigo la política de Estados Unidos, las noticias. Mi familia y mis amigos están allá. Cuando estoy aquí escucho la radio de California por internet y cuando estoy allá me siento totalmente en casa.
–¿Cuál es tu relación con el Perú entonces?
–Cuando yo comencé a venir más al Perú fue como si le subieran el volumen a un track que siempre estuvo ahí. Las historias que había escuchado desde chico, los recuerdos de mi familia, todo estaba ahí, pero eso no quiere decir que el track gringo haya bajado de volumen. Además Estados Unidos es un país de puta madre, hay cosas con las que no estoy de acuerdo, pero conozco a tantos norteamericanos tan buenos, intelectualmente bien moscas y que hacen trabajos valiosos que se me hace imposible caer en esos lugares comunes que hablan mal de esa sociedad.
–En “El rey siempre está por encima del pueblo” utilizas varias historias que adornaron los titulares de nuestra prensa…
–Aquí siempre ha habido un escándalo nuevo, si no es político es mediático, cultural o de farándula. No tienes que hacer mucho esfuerzo para saber qué cosa está pasando. Te subes a un taxi y puedes saber de actualidad prendiendo la radio. Hay cosas que aquí se respiran como aire y se convierten en códigos que manejas sin darte cuenta. Por eso es imposible pretender que desde afuera podrás mantenerse tan conectado. Es por eso que me hacía falta venir para estar una época más larga, simplemente para salir en la mañana, tomar un café y vivir aquí a diario.
–¿Y cómo es en Estados Unidos?
–Nosotros allá también tenemos corrupción, locos, escándalos sexuales, crímenes y contaminación. Quizás aquí se tiene un lado un poco más histriónico, lo cual sería entretenido si se pudiera separar de la realidad que esto implica. Por ejemplo, el caso de los petroaudios es tragicómico, aunque mucho más lo primero que lo segundo.
–¿Por quién votarás en el 2011?
–Mira, desde el 2006 hasta el 2008 he estado obsesionado con la política en Estados Unidos. Cuando llegué al Perú quería alejarme de todo esto y me di cuenta de que aquí ya se está haciendo campaña presidencial para el 2011. Me parece espantoso porque las campañas se van alargando cada vez más y eso es muy dañino para la democracia. Nadie puede hacer nada sin que sea malinterpretado por la oposición.
–¿Recuerdas algún caso específico?
–Por ejemplo, Toledo salió y dijo que Velásquez Quesquén es un político de tercera línea, lo cual es absolutamente cierto. Al día siguiente Lourdes lo atacó por decir eso. Es absurdo, estoy seguro de que ella piensa lo mismo pero como Toledo lo dijo primero había que atacarlo. Eso no es gobernar, es ridículo.
–¿Y todo esto importa en Estados Unidos? ¿Qué noticias nuestras llegan allá?
–Ninguna. Mientras el Perú no tenga petróleo, 12 millones de indocumentados, un dictador, sea de izquierda o derecha, o algo que lo desestabilice, no existe para Estados Unidos.
La República, 02 de agosto de 2009
Más sobre Daniel Alarcón:
Extraído de la Habitación de Henry Spencer
Me soplé ese libro, mi florito aquí
ResponderEliminar