lunes, 13 de julio de 2009

ACOSO MORAL de Marie-France Hirigoyen

Biografia
Marie France Hirigoyen
Doctora en Medicina desde 1978, Marie France Hirigoyen (nacida en 1949 en Francia) se especializa en Psiquiatría, psicoanálisis y psicoterapia familiar. Inicia en 1985 seminarios y conferencias sobre gestión del stress. Se forma paralelamente en Victimología, (estudia en Estados Unidos, en la especialidad de Victimología, una rama de la Criminología que analiza las secuelas psíquicas en las personas que han sufrido atentados o agresiones diversas).
Posteriormente publica en 1995 en Francia una Memoria titulada "La destruction morale, les victimes des pervers narcissique"
Centra entonces su investigación en la violencia psicológica, y publica en 1998 un ensayo "Le harcèlement moral, la violence perverse au quotidien" del cual se venden en su País (Francia) 450.000 ejemplares, y posteriormente se traduce a 24 países.
En su segundo libro, "Malaise dans le travail. Harcélement moral", que aparece en Marzo del año 2001, la autora precisa su análisis en el hostigamiento moral al entorno laboral. "El acoso moral en el trabajo" es un ensayo sobre la perversión de la tortura psicológica en el trabajo
Reseña del libro:
El acoso moralEl maltrato psicológico en la vida cotidianaMarie-France HirigoyenBarcelona. Círculo de Lectores, 2000Esta psiquiatra y terapeuta familiar nos ofrece un análisis riguroso y muy cercano a la realidad sobre la cara oculta del ser humano, su capacidad de dominar y destruir al otro.El retrato psicológico del perverso que disfruta con la aniquilación psicológica del otro y los procesos que median entre el verdugo y la víctima, se nos muestran como algo perfectamente reconocible en nuestro entorno, ya sea en la pareja, en la familia o en el trabajo, pues el fenómeno del acoso moral lo que describe es como se establecen esas relaciones de denominación y destrucción en los entornos donde transcurre la vida cotidiana. A diferencia de quienes pretenden dominar mediante la fuerza, el perverso utiliza la seducción, desarrolla una tortura psicológica que desestabiliza, confunde, emite mensajes contradictorios, deforma el lenguaje, descalifica, engaña, desautoriza, niega la realidad y al final atribuye a los demás los desastres que provoca, erigiéndose en salvador y haciéndose así con el poder.Lo más impactante del libro es su capacidad de interrogarnos sobre el papel que en ocasiones podemos jugar en esta forma de "violencia indirecta" y la dimensión social de esta conducta que hunde sus raíces en la forma de entender el poder, "en un sistema que funciona según la ley del más fuerte o del más malicioso los perversos son los amos", escribe la autora. Al final el último interrogante que nos queda es ¿cómo restablecer el respeto entre los individuos en cada uno de los contextos en que se establecen las relaciones sociales?.

" NO DAR LA ESPALDA"
Entrevista de Marie-France Hirigoyen
en Le Nouvel Observateur
El consejo de Marie-FranceHirigoyen a las víctimas "no dar la espalda "
La autora del "Acoso moral" pide a los compañero sociales movilizarse. Y llegar a crear instancias de mediación para prevenir y, en caso necesario, sancionar .
el Nuevo Observador.- ¿ Fue sorprendida por el éxito de su libro?
Marie-Francia Hirigoyen. - Por su amplitud, por supuesto. Pero soy psicoterapeuta, y demasiados pacientes diferentes me describían con las mismas palabras, los mismos detalles, una situación idéntica del acoso moral para que pueda tratarse de unfenómeno marginal. La dificultad consistía en dar un nombre común a estos calvarios de modo que las víctimas no se crean ya solas de sufrirlos. Se hace esto. Apenas el libro acaba de salir el verano pasado que fui contactada por médicos del trabajo, sindicalistas, abogados, pero también por psicoanalistas, quiénes me pidieron organizar Grupos de Trabajo. Lo que es en cambio realmente sorprendente, es que la figura del perseguidor de la que hablo, el perverso narcisista, quién es un ser hiperadaptadoa la vida social, está presente alrededor por todas partes y en las películas - vea "la Prisionera española" y las novelas policíacas, pero casi nunca en la literatura psicoanalítica.
N. O. - Le deben haber dicho que tendía a ver perversos por todas partes...
F. Hirigoyen. - Sí. Conozco también el argumento que alega el masoquismo de las víctimas - eso existe, por supuesto - y su complacencia. Todo eso ya se utilizó en el pasado para infravalorar el acoso sexual. Mi formación explica ampliamente seguramente la convicción que tengo de la gravedad de un fenómeno bien más complejo. Siendo estudiante, en efecto seguí una formación en victimologie al American Universityde Washington, dónde mi memoria se refería a la "destrucción moral". En 1994, seguí por otro lado una formación al Instituto forense (París v) sobre la victimologia.
N. O. - ¿ Cuál es el perfil del acosado?
F. Hirigoyen. - Uno esperaría que fuera una persona frágil. Un chivo designado, ¡hasta cierto punto! Eh bien, en absoluto, los acosados son en general grandes honestos o por lo menos de fuertes personalidades. Y muy frecuentemente son del tipo de gente que se compromete en la escucha del otro: delegados del personal, enfermeras, médicos, hombres de comunicación... La víctima, es en realidad , a menudo el que resiste, en particular, a sus colegas, caso muy frecuente, pero también a su superior jerárquico o también a la presión susde supeditados.
N. O. - Cómo se explica la amplitud hoy del acoso moral en muchas empresas, ¿puesto que los perversos narcisistas en sentido literal del término a pesar de todo no se han multiplicado estos últimos años?
F. Hirigoyen. - Lo que creo, es que los perversos, verdaderamente, entrenan e implican los grupos que deben administrarse a la gente a su manera. Y, si eso prospera, es que estamos en universos donde la guerra económica se pone permanentemente delante y que el fin justifica los medios. Se quiere que el personal discuta, se exprese, participe - se les solicita incluso que tomen la palabra -, pero cada uno sabe que le conviene de situarse siempre en interés de la cultura unanimista de empresa, de la defensa y de la promoción del colectivo. La rentabilidad y la competitividad pasan en primer lugar; el individuo solo viene a continuación cuando viene. La formación de los directivos incita por otra parte no tener en cuenta estados de ánimo o de sentimientos. Cuando es necesario despedir y éste es un tema delicado, el método del acoso y el aislamiento psicológicos del objetivo que debe debilitarse o excluir se volvió relativamente banal. Finalmente es importante tener en cuenta que el perverso actúa generalmente en nombre de la moral, lo que le da una posición de autoridad prácticamente inexpugnable. Tanto más que tiene siempre una gran fuerza de convicción y seducción y que él mismo sabe perfectamente tomarse para invertirlos papeles presentándose como el se ataca. No se imaginan el número de directores de las relaciones humanas enfrentados a estas situaciones que van a psicólogos y lo que confían como un sufrimiento.
N. O. - En los numerosos casos que describen, a pesar de todo uno es sorprendido por la apatía social. Por la ausencia de reacción de los colegas.
F. Hirigoyen. - Es verdadero. Pero, una vez más, el terreno es propicio. No solamente porque el miedo de perder su empleo es muy fuerte, pero también porque la organización del trabajo divide en compartimientos cada vez más el trabajo de cada individuo. En este contexto del "cada uno para -si'", es más fácil aislar a la persona de la que se desea quitarse de en medio. Tanto más que el proceso de puesta a la divergencia es progresivo: se bloquea el acceso del ordenador , a algunos datos, no se pasan ya algunas llamadas telefónicas... El silencio y el vacío se hacen poco a poco pues en torno a la persona contemplada. A veces, la soledad es tal como eso vuelve rápidamente al drama. Un directivo que se había negado un cambio para permanecer cerca de su hijo minusválido es empujado en un armario, también hubo la prohibición de reunión, y fue prácticamente privado de teléfono. Se pegó un tiro..
N. O. - Es necesario imaginar una ley para reprimir el acoso moral - con todos los abusos que se pueden temer, ¿sin contar las dificultades de establecer pruebas - con el modelo de la ley contra el acoso sexual?
F. Hirigoyen. - Hay, es exacto, riesgo de confundir el simple conflicto y el acoso propiamente dicho. Aún que, sobre las aproximadamente quinientas cartas que recibí a raíz dela publicación del libro, solos algunos vienen de personas francamente paranoicas. Lo que creo, es que es necesario en efecto evitar legislar en frío. La urgencia, es informar a los profesionales de tal manera que las víctimas ya noestén solas cuando se dirigen a ellos. Pienso, en particular, en las sindicalistas, pero también y sobre todo en los médicos del trabajo, que sean o no asalariados de la empresa. No basta con tratar una tensión por la medicación química, es necesario también incluir su origen y tratar el mal aguas arriba. Creo que si se llega a establecer un sistema de mediación, se pueden encontrar soluciones diferentes de las penales para decidir el acosoy sancionar a promotor haciendo valer, en particular, el reglamento interno de la empresa.
N. O.- ¿ Cuál es el consejo que da a las víctimas?
F. Hirigoyen. - Salir de la situación de una manera o de otra. Y sobre todo en hablar. Doblargarse, dar la espalda , y esperar que el acoso pase es la peor de las soluciones. Si siguen siendo inertes, es su vida familiar, toda su vida la que muy pronto va a destruir.

"SIEMPRE HA EXISTIDO EL ACOSO MORAL"
ENTREVISTA
MARIE- FRANCE HIRIGOYEN
Por Cecilia Bembibre
"El Acoso Moral" es desde hace un año el libro de no ficción más leído por los franceses, y ya se ha editado conéxito equivalente en Alemania, España y Canadá. Describe y analiza situaciones de la vida cotidiana que causan angustia y depresión, y que a través de su investigación responden a un patrón definido: el acoso moral, un modo de terror psicológico que surge en espacios laborales, en vínculos de pareja y familiares, y que sume en el mismo desconcierto a psicoanalistas y sindicatos. Su autora, Marie-France Hirigoyen, decidió escribir el libro para dar nombre a un fenómeno que, según dice, ha existido siempre. Llegó a la Argentina para presentar el titulo (editado por Paidós) en la Feria del Libro, y dialogó con Página/12.
-¿Cómo decidió investigar y escribir sobre el acoso moral?-Tenía pacientes que venían y se quejaban de que estaban deprimidos y angustiados en el contexto de trabajo. No había una definición clara del problema del acoso moral; en un principio intenté trabajar el tema con mis pares psicoanalistas, y la mayoría de ellos decían que, si esta gente se sentía víctima, era porque era masoquista .Escribí este libro en especial para mis pacientes, para mostrar que no se trataba de masoquismo sino de un problema distinto y real.
-El libro incluye una gran cantidad de testimonios sobre una situación que, como usted misma afirma suele mantenerse oculta. ¿Cómo llevó adelante esa recopilación?-Los testimonios que incluyo en el libro son de pacientes que llegaron a verme. Se quejaban de que estaban depresivos, pero no podían comprender lo que les pasaba. Era un patrón que se repetía en entornos muy diferentes, y que se podría definir como una serie de procedimientos abusivos -gestos, palabras, miradas- que atacan la dignidad y la integridad física y psíquica de la persona. Son pequeñas cosas que parecen no tener importancia, pero que a través de la repetición y la sistematización devienen graves.
-¿Cómo se diferencian el acoso moral y el sexual?-Para mí el acoso sexual es un paso más allá del acoso moral. En los dos casos se considera al otro como un objeto. En el caso del acoso sexual como un objeto sexual, y en el caso del moral como un objeto para tomar el poder, para ser superior.
-Uno de los móviles del acoso moral es la competencia. ¿Esto hace que en los ambientes laborales más competitivos haya una mayor predisposición a que el problema surja?-No únicamente. Puede existir entre colegas. A veces el punto de partida son los celos o el rechazo de una diferencia, por ejemplo una mujer en un mundo de hombres. También puede ser vertical, de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Aparece en general cuando alguien quiere desembarazarse de una persona porque molesta hace sombra o tiene algún tipo de plus. En algunos casos es una de las formas que tienen las empresas de desembarazarse de alguien sin tener que echarlo, porque los costos son menores. Puede ser un proceso inconsciente de un individuo sobre otro, pero pueden ser también estrategias conscientes y deliberadas de parte de la empresa.
-El acoso moral se convirtió en best-seller y figura entre los libros más leídos de Francia. ¿Le sorprendió este éxito?
-Recibí una enorme cantidad de cartas: cuatrocientas que tenían que ver con el trabajo y muchísimas más que tenían que ver con la familia. Muchos lectores me escribieron para agradecerme, diciendo que el libro les había permitido comprender y defenderse. Hay ahora una toma de conciencia colectiva: en Francia hay gente que se ha puesto en huelga por acoso moral. Y precisamente porque hay una presión es que las instituciones comienzan a reaccionar.
-¿Qué repercusiones tuvo de sus pares?-Creí que algunos no iban a estar de acuerdo y lo iban a manifestar abiertamente. Pero de hecho hubo muchos psicólogos y psiquiatras que oían a sus pacientes contar todos estos problemas y estaban contentos de que se le hubiese puesto un nombre y que se comenzara a investigar. Mis colegas fueron, sin embargo, más lentos en darse cuenta de esto que los abogados y que los medios. Hoy se trata de un problema que se enseña en la universidad y está reconocido en los congresos de psicología.
-Aunque el acoso en el trabajo es el más estudiado, usted presenta en el libro el mismo problema en otro tipo de vínculos, de pareja y familiares. ¿Qué características tiene el acoso moral en el ámbito privado?-Es más difícil de investigar e incluso de tratar, porque las personas están solas, no hay un grupo que eventualmente pueda defenderlas como ocurre en el espacio laboral. La dificultad del acoso es que está escondido y que las víctimas tienen vergüenza y no osan hablar de eso. En la familia es difícil ser creído. Si en el mundo laboral ha habido soluciones que comienzan a tomarse desde el punto de vista jurídico, hay toda una educación por delante en los jueces, en los médicos porque es muy difícil creer que todos esos comportamientos violentos son posibles y se pueden cambiar.
-¿Qué tipo de relaciones de acoso se dan en la familia?-Puede ocurrir que uno de los padres tenga comportamientos perversos hacia sus hijos, o hacia uno de sus hijos. El problema es que cuando uno ha sido tratado de esa manera cuando es niño tiene la tentación de seguir estableciendo el mismo tipo de relación cuando es adulto, o de seguir siendo una víctima. Generalmente los niños no se defienden y sólo reaccionan cuando son adultos.
-¿Se trata de un problema que acompaña los modelos sociales y económicos de las últimas décadas, o la novedad es que ahora tiene un nombre?-No es para nada un problema nuevo, siempre ha existido. Pero en ciertas épocas la sociedad ponía límites: en algunos tiempos fue la religión, en otros los sindicatos eran más fuertes. Ahora hay una especie de relajamiento de los valores morales, se piensa que todos los comportamientos son aceptables, y entonces estas agresiones perversas se dejan pasar. Existieron siempre, pero la sociedad es más o menos tolerante según las épocas.

"CUALQUIERA PUEDE SER VÍCTIMA DE UN PERVERSO"
ENTREVISTA
MARIE- FRANCE HIRIGOYEN
Domingo 07 de mayo de 2000 A FONDO
Alta peligrosidad. ¿Quién no se chocó alguna vez con alguien que hacia todo por complicarte la vida? Esa experiencia sumamente traumática fue bautizada como "acoso moral" por la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen.
Por ANA LAURA PÉREZ. De la Redacción de Clarín.
A partir de su experiencia como terapeuta y experta en victimología en Francia y los EE.UU. (donde se especializó en la atención de quienes sufrieron ataques de asesinos seriales) encontró notables parecidos entre las secuelas que padecen las personas que fueron agredidas o violadas y las sometidas al maltrato psicológico. Este fenómeno, que por sus características epidémicas preocupa a sanitaristas y sindicatos, debe ser prevenido ya que puede empujar a la víctima al suicidio, advierte. Hirigoyen, quien visitó el país para presentar su libro "El acoso moral" (Paidós) adjudica su fama al haber hecho público un problema que millones de trabajadores soportan en privado. Desde hace algún tiempo -y a partir de un libro suyo- se comenzó a hablar del "acoso moral" como el maltrato que sufren en sus empleos millones de trabajadores.
¿Cómo lo define usted?
-El acoso moral consiste en procedimientos abusivos, palabras o sobreentendidos, gestos y miradas que, por su frecuencia o sistematización afectan la integridad psíquica o física de una persona. Son procedimientos sutiles, que parecen menores o poco relevantes y que, al ser repetidos, se convierten en altamente destructivos para quien los sufre.
¿Qué características tiene el acosador moral? -Hay que aclarar que cualquiera puede tener este tipo de comportamiento cada tanto, pero si no somos perversos, tomamos conciencia de que exageramos, pedimos disculpas o nos sentimos molestos e incómodos con nosotros mismos. Sin embargo, hay otros individuos -a los que se denomina perversos narcisistas, para diferenciarlos de los perversos sexuales- que no consideran a los otros como personas sino como objetos. Un perverso sexual utiliza a los otros sexualmente y un perverso moral utiliza a los otros para su propia existencia con el objetivo de llegar al poder. Los personas narcisistas son personas que podrían haber sido grandes enfermos mentales o psicóticos pero que escapan a la enfermedad mental gracias a su inteligencia y su adaptabilidad a la sociedad. Son personas que además tienen mucho éxito en la vida profesional porque carecen de escrúpulos: pueden aplastar a los otros, mentir y falsificar con total aplomo.
¿No es exagerado afirmar -como usted en su libro- que hay parecidos entre acosadores morales y asesinos seriales?
-No, partí del estudio de los asesinos seriales para escribir el libro pero comprobé que entre unos y otros se daba la misma forma de proceder. Entre los asesinos seriales hay dos tipos: psicóticos, que son verdaderos enfermos mentales, y perversos narcisistas, que quieren sobresalir y no soportan que la persona que tienen delante sea un ser humano que sufre y que reacciona. Los asesinos seriales -una vez que empezaron y vieron que su perversión funciona- persisten compulsivamente en esa actitud. Y ése es el punto común con los perversos narcisistas. Estos son sólo menos destructivos y, más que matara alguien, van a ingeniárselas para que la persona se mate por enfermedad o suicidio. Empujar a una persona al suicidio es el mayor éxito de un perverso.
¿Las víctimas tienen, como sus victimarios, características comunes?
-En primer lugar, hay que aclarar que cualquiera de nosotros puede ser victima de un perverso. No hay que creer que existe un perfil que predestine a la posición de víctima porque eso implicaría decir que las víctimas son masoquistas y el agresor diría: "se lo merece". No estoy de acuerdo con eso. Simplemente, hay personas que se defienden mejor que otras y hay personas que sufren más que otras. Las personas que caen más en la trampa son escrupulosos que ponen muchas expectativas en su tarea. Quieren dar una buena imagen, se culpan si les dicen que el trabajo no está bien hecho y, sin duda, no tienen una gran autoestima. Cuando el otro les dice que no tienen valor, que son malos e incapaces, no están seguros de que no sea cierto. El agresor engancha a la víctima porque se niega a cargar con la culpa de lo que hace y todo lo que le sale mal es culpa de la víctima.
¿Qué estrategias se recomienda desarrollara las víctimas para defenderse o neutralizara un perverso narcisista?
-Primero hay que buscar ayuda porque cuando alguien está en una posición de víctima está bajo el dominio de otro y pierde la noción de normalidad. Es fundamental poder hablar con alguien a pesar de que, como todas las victimas, las personas tienen vergüenza y se sienten humilladas. Como paso siguiente, hay que conversar del problema con alguien del trabajo.
¿Cómo hace alguien acosado en su empleo para tratar allí su problema?
-En el trabajo es difícil porque si los compañeros toman partido por la víctima corren el riesgo de convertirse en victimas también. En consecuencia, hay que tratar de encontrar apoyo en la familia, los amigos y un psicólogo, porque para poder armar una buena defensa es muy importante estar en buen estado psicológico. Además, hay que hacer consultas jurídicas para saber cuáles son nuestros derechos, cómo se puede hacer para defenderse y al mismo tiempo cómo y qué pruebas acumular.
¿Cómo hacer para juntar pruebas cuando los ataques son, por definición, poco evidentes? -Coincido en que son agresiones sutiles y por lo tanto es muy difícil tener pruebas. Por eso hay que anotar todos los insultos y signos de humillación en un cuaderno para que haya un documento que pruebe la repetición de esas agresiones.
Sin salida
¿Los vínculos laborales perversos nacen únicamente por patologías individuales? ¿No influyen en ellos el contexto económico y la degradación creciente de las condiciones laborales?
-En el mundo del trabajo el fenómeno existió siempre pero quedó expuesto con crudeza al empeorar las condiciones laborales, aumentar el estrés y crecer entre los asalariados la sensación de no ser respetados ni escuchados. La desaparición y debilitamiento de los sindicatos, la pérdida de lazos solidarios por la fragmentación o individuación de las tareas aisló a la gente y le quitó medios para defenderse. Además, muchas empresas e instituciones -por un criterio totalmente erróneo- fomentan la rivalidad de los empleados para aumentar la competitividad e incitan a las personas a tener comportamientos perversos.
Si los acosadores alteran la capacidad productiva de los trabajadores, ¿por qué las empresas tienden a respaldarlos?
-En primer lugar, las empresas no ven que las malas actitudes de algunos disminuyan la productividad del resto de los empleados. Por otra parte, los individuos perversos son en general individuos seductores, hábiles, crean la ilusión de ser eficaces y, usualmente, son competentes profesionalmente. Y las empresas tienden a privilegiar a las personas que obtienen resultados aunque no respeten a sus pares. A muchas empresas les importa poco cómo tratan a los empleados si la cosa funciona. Es común escuchar a los directivos del sector privado decir: "El problema existe, pero no en esta empresa".
¿Hay trabajos o actividades más propensos a aceptar o generar actitudes perversas en los trabajadores?
-Sí. De manera muy nítida en aquellos lugares donde se puede tener poder rápidamente. Por ejemplo, en las asociaciones con fines humanitarios, donde no hay ganancias pero hay poder. Lo que pude ver es que el acoso no se hace de la misma forma en el sector privado y en el público. En el sector privado el acoso avanza más rápido, es más violento y evidente pero siempre hay una salida, buena o mala. A veces un despido, otras un juicio o una conciliación. En la administración pública, en cambio, la jerarquía es más pesada y la burocracia complica el despido de personal. Por lo tanto, el acoso dura mucho más tiempo, es más insidioso y no tiene salidas, lo que hace que, en definitiva, la gente se desestabilice mucho y le cueste más reponerse y sanar.
En Argentina, donde buena parte del aparato estatal se integra en base a amistades y vínculos políticos, ¿la permeabilidad a situaciones laborales enfermizas puede ser mayor que en otros lugares de trabajo?
-No diría que los políticos tengan un funcionamiento más perverso. Lo que creo es que el poder favorece actitudes perversas y, también, que el acoso puede instalarse con mayor facilidad cuando hay algo oculto. Si hay algo evidente para reprocharle a alguien, no hay necesidad de acosarlo. Se le dice: "Esto no marcha", se le aplica una sanción y se acabó el problema. El acoso es una forma de decir sin decir, de desestabilizara alguien cuando no hay nada para reprocharle. Entonces, cuando en algunas administraciones hay corrupción o abuso de bienes públicos se tiende a señalar a alguien como chivo expiatorio que es, en general, la persona que habla o no acepta esas reglas de juego.
¿Porqué, siendo el acoso moral un fenómeno tan nocivo, faltan leyes que lo sancionen? -Aunque hubiera una ley es difícil castigar el acoso porque rara vez hay pruebas. En los países donde hay una ley -Suecia, Suiza, Alemania y Canadá- hay que aportar la prueba de las agresiones. Y cuando hay una ley los individuos perversos se vuelven todavía más sutiles y más hábiles.
Como asesora de gobiernos, instituciones y sindicatos de todo el mundo, ¿qué recomendaciones hace en esos ámbitos? -Primero hay que reconocer que el problema del acoso moral es serio y existe. Luego, creo que deberían implementarse sistemas de mediación dentro de las empresas que podrían incluir al médico laboral, al director de recursos humanos y a los sindicatos a los que habría que capacitar porque todos reconocen su incapacidad para manejar la cuestión.
¿Y qué se puede hacer cuando el maltrato proviene de la dirección de esas empresas? -Cuando no es posible una mediación interna porque el acoso viene de la jerarquía hay que encontrar un mediador externo. Habría que crear un sistema público de mediación.
Si la persona acosada no logra que la empresa o el Estado la escuche, ¿qué le sugeriría que hiciera para solucionar el problema?
-En general, cuando las personas no encuentran una salida, terminan atendidas por un psiquiatra. Y el problema es pasar de una condición de enfermo a la condición de alguien que trata legítimamente de defenderse. Por eso, en tales casos, sugiero la intervención de abogados. Si tampoco así hay salida, creo, como médica, que es mejor que las personas salven su pellejo y que cambien de trabajo.
Es una solución difícil en un panorama laboral tan restringido...
-Sé que es difícil. No sólo por el empeoramiento mundial de las condiciones del mercado laboral, sino además porque las personas afectadas quieren salvar su honor y les cuesta renunciar a obtener disculpas de sus agresores. Ese anhelo de reparación moral es totalmente ilusorio.
¿Las consecuencias para la salud de las personas sometidas a este tipo de maltratos son mayores que las que generan los cambios actuales en el ámbito laboral?
-Las consecuencias sobre la salud son muy diferentes de las consecuencias del estrés. El acoso puede producir enfermedades psicosomáticas, estrés y depresión, pero también la humillación puede, a largo plazo, generar estrés postraumático como el que sufren las víctimas de atentados, agresiones o de violaciones.

"El perverso destruye con sonrisas"
Entrevista con Marie-France Hirigoyen
IMA SANCHIS, La Vanguardia
Tengo más de 50 años. Nací en una pequeña ciudad de provincias de Francia y vivo en París. Estoy divorciada y tengo dos hijos. Soy de izquierdas y me concierne el sufrimiento de los individuos. Nací en la religión católica,pero sólo creo en el hombre. Trabajo demasiado. Mi primer libro, "El acoso moral" (Paidós), lleva tres ediciones
Muchos años de consulta viendo gente psicológicamente anulada le llevaron a percibir el error:
"El psicoanálisis sólo considera lo que ocurre en la cabeza de un individuo y si éste se deja agredir mentalmente es un cómplice masoquista. Pero eso no es cierto, hay un agresor real que lo ha hecho pedazos".
Y advierte: "Cuidado!; con el pretexto de la tolerancia nos volvemos indulgentes". En estos tiempos en los que el más admirado es el que sabe disfrutar más y sufrir menos proliferan los perversos, gente sin escrúpulos que se engrandece destruyendo a otros.
Individuos ávidos de aprobación y admiración, manipuladores natos que primero seducen y luego vampirizan. "Siga mi consejo: Apártelos de su vida. No tienen remedio"
Se puede destruir a alguien sólo con palabras?Si. con burlas, sarcasmos, rumores, miradas e insinuaciones; es lo que se llama "acoso moral", y se da en la familia, la empresa y la pareja.
Quiénes son los acosadores?Los perversos son gente que quiere poder y que no tiene escrúpulos en utilizar a los otros, que para ellos no son más que objetos.Y cómo son las víctimas?Personas que sienten compasión por los otros y que son muy dinámicas. Poco a poco pierden su dinamismo y entran en la confusión y el desequilibrio al no entender el comportamiento del perverso.Los perversos utilizan a los débiles?No. Sus víctimas suelen tener una fuerte personalidad e inteligencia, por eso quedan atrapadas en las redes del juego del perverso que disfruta con la destrucción moral.
Un acosador moral nace o se hace?Suelen ser personas que en su infancia han sido tratadas como objetos: o bien mal tratados, o bien idolatrados por la madre.Son enfermos?No, mientras tienen una víctima en la que descargar su perversión ellos están perfectamente equilibrados.
Son felices?Son crueles, no tienen emociones, sólo les interesa la apariencia y en el fondo nunca están contentos. Necesitan a los otros.
Como chupasangres?Exacto, toman la vida, la fuerza y la alegría de los otros porque por ellos mismos no son felices, ni capaces de desenvolverse.
Cuál es el proceder de un perverso?Destrucción sistemática de otra persona durante un largo periodo mediante sobreentendidos, alusiones, descalificación, desprecio, vacío. Una sutil estrategia para confundir al otro. Y si el otro se queja, el perverso lo acusa de susceptible. Siempre niegan el conflicto. Si no hay culpa, no hay sufrimiento. Por qué se cae en sus redes?Además de ser muy seductores, se muestran débiles, sensibles y necesitados, y nos volcamos para ayudarles. Utilizan hábilmente el lenguaje para confundir al otro.
Cómo?Dan mensajes contradictorios; no terminan las frases y están llenos de insinuaciones, de manera que el otro nunca está seguro de lo que sienten. A menudo mienten.
Y son conscientes?No, actúan así para sobrevivir, porque tienen la impresión de que están en peligro. Pero saben cuándo exceden los límites. Jamás usan un comportamiento violento si se saben observados.
Son envidiosos?Mucho, ese sentimiento les hace avanzar: la sensación de que el otro posee lo que ellos no tienen. Pero su inteligencia es estratégica y destruyen con sonrisas.
Son pelotas?Siempre se someten a la autoridad. Son sumisos con el poder aunque lo critiquen.
Tienen sentido del humor?Son más bien sarcásticos y pueden ser muy ácidos. Y tienen fobia al compromiso, a todo lo que les puede vincular a otro: matrimonio, hijos... Temen ser invadidos.Pobres, ¿tienen cura?No. Mientras tienen una víctima no se deprimen y no tienen problemas de conciencia, así que jamás acuden a un especialista.
Son tenaces con sus víctimas?-Muy tenaces, les interesa que la víctima permanezca junto a ellos porque la necesitan. Si les abandona se sienten mal, pero tienden a buscar rápidamente a otra.
Cuál es la visión del mundo del perverso?Sólo le interesa el poder y el reconocimiento social, pero lo disimula, se queja a menudo de la vida y es muy negativo.Si leen esta entrevista, se reconocerán?No, verán a otros reflejados. Pero la gente de su entorno si los reconocerá.
Cómo sacárselos de encima?Es muy difícil porque el agresor nunca abandona a su víctima, y cuando ésta intenta marcharse la culpabiliza.
Y si es un inevitable compañero de trabajo. ¿cómo convivir?Entendiendo que su comportamiento es patológico y que no va a cambiar. Si no puede apartarse de él, utilice la política del pato.Del pato?Que todos los insultos y humillaciones te resbalen. Nunca hay que entrar en su juego: la escalada de violencia. El agresor pretende que la víctima se convierta también en agresor. Intenta invertir aparentemente la situación y demostrar que el otro es el violento. Muy malos!Otro placer de los perversos es hacer perder a la víctima su sentido moral.Cómo curar a una víctima?Normalmente hace falta que otra persona le haga ver qué tipo de relación tiene; que pierda el sentimiento de culpa y recupere la confianza en sí misma.El agresor se ha dedicado a hacerle sentir que no es nadie, que es un incompetente, y las personas quedan muy maltrechas en su amor propio. Así que si percibe actitudes perversas, denúncielas.
Hace falta un especialista?Si, porque es muy importante mostrar a la víctima cuál es su punto débil, eso es lo que le ha hecho caer en manos del acosador.
Y cuál suele ser el punto débil?Una falta de confianza en uno mismo por una herida de la infancia. El perverso es muy hábil percibiendo la fragilidad del otro.Cómo defenderse legalmente?Lo más importante es educar en decir no y formar especialistas que puedan intervenir. En el mundo laboral hay que crear una ley contra el acoso moral y estamos en ello.
IMA SANCHIS, La Vanguardia
Extraído de http://juliaardon.blogspot.com/2006/03/entrevista-de-ima-sanchs-con-marie.htmlMe llegó por RIMA desde Ciudad de Mujeres, pero apareció publicado originalmente en La Vanguardia


Las palabras como arma
Dra. Marie France Hirigoyen
Las palabras no tienen ninguna importancia, lo que importa es lo que se transmite mediante estas palabras. Lo que importa es el mensaje que conllevan, los sobreentendidos. Incluso cuando la violencia es más fuerte, el tono del agresor perverso no aumenta, no alza la voz. Existe un disfrute en provocar en el otro reacciones de nervios, por ejemplo. Y cuando la víctima reacciona, por ejemplo, alzando la voz, la víctima es la que queda como el origen del problema. Y si hay testigos, le dice a los testigos: "mira, esta persona es una histérica que monta unas historias, unos escándalos, es una persona agresiva que siempre está gritando".
Es decir, que todas las defensas de la víctima se vuelven en su contra. Los mensajes de los perversos son ambiguos e imprecisos deliberadamente. Mantienen expresamente la confusión, de forma de poder decir luego que ellos no hacen nada, si se les reprocha lo que les dicen. Como su discurso es impreciso, luego dicen "yo no he dicho esto" o "lo has entendido mal". Pero de hecho transmiten sus mensajes mediante alusiones, mediante sobreentendidos, sin comprometerse.

Enfrentarse a un perverso se vuelve contra la víctima
Para estar por encima de la media, un individuo perverso narcisista necesita hundir al otro. Para ello, va dando pequeños toques desestabilizadores preferentemente en público, cuando la persona no puede defenderse, utilizando algo íntimo por ejemplo que describe con exageración. Y eventualmente puede elegir un aliado entre el público, entre las personas que le rodean.
Lo que importa es molestar al otro, desastabilizarlo, humillarlo. La persona objetiva nota cierta hostilidad, pero nunca está segura de si se trata de una broma y si la víctima empieza a revelarse, se le dice "es que no tienes sentido del humor" o "que susceptible eres". Y así nos burlamos de ella una vez más, intentando rechazar todas sus resistencias.

La comunicación paradójica: yo no he dicho eso
¿Qué es la comunicación paradójica? Se trata de tener lo que se llama un doble vínculo. Se trata de decir algo y transmitir al mismo tiempo otro mensaje. Es decir que transmitimos mensajes sutiles que no se perciben inmediatamente como agresivos o destructores. Y no se perciben como tal, porque simultáneamente otro mensaje contradice el primer mensaje. Y cuando estamos bajo el dominio de alguien conseguimos descodificar esto. Por ejemplo, se expresa algo verbalmente pero se expresa todo lo contrario a nivel no verbal. Un ejemplo: se trata de decir algo muy, muy amable, un cumplido, pero con un tono amenazador. Los testigos sólo oyen un cumplido, pero la víctima descodifica la amenaza.

Una visión Perversa
por Marie-France Hirigoyen
Los agresores pueden engrandecerse a costa de rebajar a los demás, y evitar cualquier conflicto interior o cualquier estado de ánimo al descargar sobre el otro la responsabilidad de lo que no funciona. Si no hay culpa, no hay sufriemiento.La perversión fascina, seduce y da miedo.Los pequeños actos perversos son tan cotidianos que parecen normales. Empiezan con una sencilla falta de respeto, con una mentira o con manipulación.
El mensaje no confesado es "No te quiero", pero se oculta PARA QUE EL OTRO NO SE MARCHE.
El otro debe permanecer para ser frustrado permanentemente. Al mismo tiempo , hay que impedir que piense para que no tome conciencia del proceso .
Cuando un individuo perverso entra en un grupo, tiende A REUNIR A SU ALREDEDOR A SUS MIEMBROS MÁS DÓCILES CON LA IDEA DE SEDUCIRLOS. Si un individuo se niega a alistarse, el grupo lo rechaza y lo convierte en chivo expiatorio.
De este modo , entre los miembros del grupo, se crea una relación social en torno a la crítica común de la persona aislada, y en torno a los cotilleos y los chismes. En este punto , el grupo ya se halla bajo la influencia del perverso e imita su cinismo y su falta de respeto. No se puede decir que estos individuos hayan perdido todo sentido moral, pero, al depender de una persona sin escrúpulos , han perdido todo sentido crítico.
La conducta perversa no incluye unicamente una persecución del poder sino también y sobre todo una utilización del otro como si fuese un objeto , o una marioneta, algo que al perverso le produce un gran placer.
Resulta asombrosa su ilimitada animadversión, que suele provenir de motivos fútiles, y no tiene ninguna compasión de las personas que se encuentran acorraladas en situaciones insoportables.
La seducción perversa utiliza el instinto protector del otro. Es una seducción narcisista: busca en el otro un único objeto de fascinación, a saber, la imagen amable que tiene del seducor. Por medio de esa seducción de una sola dirección, el perverso narcisista procura fascinar sin que lo descubran.
El poder del seductor hace que la víctima se mantenga en la relación de dominación de un modo dependiente, mostrando su consentimiento y su adhesión. Eventualmente, esto trae consigo amenazas veladas o intimidaciones. El seductor trata de debilitar para transferir mejor sus ideas. Hacer que el otro acepte algo por coacción supone admitir que no se condidera al otro como a un igual. ( ejemplo:encerronas).
Así, el dominador puede llegar a apropiarse de la mente de la víctima, igual que en un verdadero lavado de cerebro. Entre los transtornos que pueden implicar transtornos de la personalidad, la clasificación internacional de las enfermedades mentales tiene en cuenta a los sujetos que se han visto sometidos durante mucho tiempo a maniobras de persuasión coercitiva tales como el lavado de cerebro, el encauzamiento ideológico o el adoctrinamiento en cautividad.
El dominio se manifiesta en el ámbito de las relaciones y consiste en una dominación intelectual o moral que atestigua el ascendente o la influencia de un indivciduo sobre otro.La víctima pierde poco a poco su resistencia. Pierde toda opción de criticar. En ningún caso se trata de un consentimiento por su parte, sino que ha quedado cosificada, se ha vuelto incapaz de tener un pensamiento propio y sólo puede pensar igual que su agresor.
La estrategia perversa no aspira a destruir al otro inmediatamente. Lo importante es conservar el poder y controlar. Su víctima no es más que un objeto que no debe abandonar su posición de objeto, un objeto que se puede utilizar, y no un sujeto interactivo.
El perverso se presenta al observador con un aire de perfecta inocencia. Pero, dado que un perverso da muy poco y pide mucho, se pone en marcha un chantaje implícito "Si me muestro más dócil terminará por apreciarme o amarme".
La manifestación de una búsqueda de amor y de reconocimiento desencadena su odio y su sadismo.La fase de dominio es un periodo en que la víctima permanece relativamente tranquila siempre y cuando se muestre dócil, es decir, si se deja captar en la tela de araña de la dependencia.
Durante esta fase, el agresor mantiene a la víctima en tensión, en un estado de estrés permanente. En general los observadores externos no perciben el dominio. Se puede iniciar así un proceso de aislamiento. El entorno empieza a ver a la víctima como una persona desabrida, quejumbrosa, y obsesiva.
En cualquier caso , ha perdido su espontaneidad. La gente no termina de comprender qué ocurre , pero se ve arrastrada a juzgar negativamente a la víctima.El proceso adopta, por tanto, un modo particular de comunicación que se basa en las actitudes paradójicas, las mentiras, el sarcasmo, la burla y el desprecio.La comunicación se deforma con objeto de utilizar al otro. Para que siga sin comprender nada del proceso que se ha iniciado y para confundirlo todavía más , hay que manipularlo verbalmente. Arrojar confusión sobre las informaciones reales es esencial cuando hay que lograr que la víctima se vuelva impotente.
Extraído de "El Acoso Moral" de Marie-France Hirigoyen.

El Actuar Perverso
por Marie-France Hirigoyen
Cuando a un perverso se le pregunta algo directamente, elude la comunicación. Como no habla, impone una imagen de grandeza o de sabiduría.El agesor niega la existencia del reproche y la existencia del conflicto. Con ello paraliza a la víctima , pues sería absurdo que ésta se defendiera de algo que no existe.A la víctima se le niega el derecho a ser oída. Al perverso no le interesan su versión de los hechos, y se niega a escucharla.El que rechaza el diálogo viene a decir , sin decirlo directamente con palabras, que el otro no le interesa, o incluso que no existe.
Cuando los perversos hablan con su víctima , suelen adoptar una voz fría, insulsa y monocorde. Una voz sin tonalidad afectiva, que hiela e inquieta.El perverso no suele alzar la voz, ni siquiera en los intercambios más violentos; deja que el otro se irrite solo.El mensaje de un perverso es voluntariamente vago e impreciso y genera confusión. Luego, elude cualquier reproche diciendo simplemente "Yo nunca he dicho esto". Al utilizar alusiones, transmite mensajes sin comprometerse. También se abstiene de terminar sus frases.
Envía a si mismo, mensajes oscuros que luego se niega a esclarecer. Estas palabras son agresivas pero se dicen en un tono "normal", tranquilo, casi sosegado.
Otro procedimiento perverso consiste en nombrar las intenciones del otro, o en adivinar sus pensamientos ocultos, con lo que el agresor da a entender que conoce mejor que la víctima lo que ésta piensa.
En lugar de mentir directamente, el perverso prefiere utilizar un conjunto de insinuaciones y de silencios a fin de crear un malentendido que luego podrá explotar en beneficio propio.Las cosas se dicen sin decirlas , esperando que el otro comprenda el mensaje sin tener que nombrarlo.Dígase lo que se diga, los perversos siempre encuentran la manera de tener razón, y esto les resulta más fácil cuando ya han logrado desestabilizar a su víctima.
El desprecio y la burla dominan la relación del perverso con el mundo exterior. El desprecio afecta al compañero odiado, a lo que éste piensa y hace, pero afecta también a su círculo de relaciones.
Tanto las maldades, o las verdades que duelen , como las calumnias o las mentiras, nacen casi siempre de la envidia.
La agresión se lleva a cabo sin hacer ruido , mediante alusiones e insinuaciones , sin que podamos decir en qué momento ha comenzado ni tampoco si se trata realmente de una agresión. El agresor no se compromete. A menudo , le da incluso la vuelta a la situación señalando los deseos agresivos de su víctima "Si piensas que te agredo, es que tu misma eres agresiva"
A diferencia de lo que ocurre en los conflictos normales , con un perverso narcisista no se produce un verdadero combate, por lo que tampoco resulta posible la reconcialiación. No levanta nunca la voz y manifiesta únicamente una hostilidad fría. Si alguien se la señala, la niega. Una vez que su compañero se exaspera o grita, resulta fácil burlarse de su ira y ridiculizarle.
El "quitar el seso" denigra y descalifica a un individuo, pero también se extiende a todo su círculo de allegados.
Para un perverso, el placer supremo consiste en conseguir la destrucción de un individuo por parte de otro y en presenciar ese combate del que ambos saldrán debilitados y que, por tanto, reforzará su omnipotencia personal.
Sembrar la duda mediante alusiones, o al guardar silencio sobre ciertos asuntos, es una hábil manera de atormentar al compañero, de reforzar su dependencia y de cultivar sus celos.
La toma de poder se lleva a cabo mediante la palabra. Se trata de dar la impresión de conocer mejor las cosas, de detentar una verdad.
Los perversos dan mucha seguridad a las personas más frágiles. Se establece un funcionamiento totalitario que se basa en el miedo y que procura obtener una obediencia pasiva . La víctima debe actuar tal como lo espera el perverso y debe pensar según las normas de éste último. El espíritu crítico deja de ser posible.
Extraído de "El Acoso Moral" de Marie-France Hirigoyen

El Acoso Moral en el Trabajo

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