El Comercio
Por: Marcela Robles
“Vivíamos juntos y un día simplemente se fue. Es una demente. Una inconsciente. ¿Cómo le publican un libro? Si ya de por sí todas las mujeres del mundo están medio locas, después de este libro tocará mudarse… pero de planeta”. (Testimonio de Bernardo, ex marido). “Me cae gorda. Ojalá fracase en su intento por despertar a las mujeres. Que nadie lea su libro y que las mujeres sigan creyéndose las dueñas del mundo. Nos conviene que sigan pagando la mitad de los gastos de la casa”. (Testimonio de Ernesto, ¡ex-primido!)
Estos son algunos de los comentarios masculinos sobre el libro “Los caballeros las prefieren brutas”, de la colombiana Isabella Santo Domingo, cuya adaptación está a punto de entrar a nuestras pantallas de televisión, convertida en miniserie, a través del canal Sony. Isabella, perteneciente a una de las familias más poderosas de Colombia (quizá le suene familiar el apellido, es prima de Tatiana, la novia de Andrea Casiraghi), es considerada la oveja negra del adinerado clan. Escribe artículos para la revista “Ocean Drive”, “El espectador” y “Soho”, y ha participado como actriz en las telenovelas “Perro amor” y “La saga”.
El prestigioso periodista y escritor (también colombiano) Daniel Samper sostiene en el prólogo que el libro de Isabella es extremadamente peligroso y debería estar prohibido, así como de alguna manera, ya lo está ella.
“¿Qué tan brutas quieren los hombres que seamos?”, se pregunta la escritora. “¿Qué tan brutas somos en realidad? ¿Qué tan brutas estamos dispuestas a fingir que somos?”.
En primer lugar, me parece genial comenzar el 2010 llenos de preguntas y levantar polvaredas, pero no estoy segura de si estas sean las preguntas que queremos hacernos, o que esta sea la forma de plantear la polémica. Tampoco estoy segura de poder seguir el consejo de la autora, que solicita al lector que conserve el sentido del humor mientras lee el libro, porque de lo contrario “no lo va a entender”. ¿Será que he pisado el palito?
Porque sentido del humor me sobra, querida Isabella, y he aprendido que tomarse en serio causa indigestión; pero en el libro no hay mucho de qué reírse. Aunque, eso sí, da mucho que pensar. Tengo la impresión de que lo que le sobra a Isabella en cinismo, y en lo que ella denomina humor, le falta en sutileza y talento; y lo que más bien hay que reconocerle es un agudo sentido del márketing y cierta ramplonería desvergonzada.
¿Pero, qué es el machismo por conveniencia del que habla esta colombiana? En sus propias palabras, ha declarado que se trata de dejar de lado aquellos postulados feministas que en vez de ayudar a las mujeres las han perjudicado. Es decir, que habría que jugar el propio juego de los hombres, para que crean que ellos mandan y son los útiles. “Ellos pagan, nosotras gastamos. Por eso somos amas de casa, dueñas y señoras de sus casas y sus salarios. Pensémoslo bien, nos conviene”.
“Con base en las experiencias —dice en el libro—, podemos saber lo que no queremos, lo que definitivamente no nos sirve para nuestras vidas. Pero las mujeres pecamos por masoquistas… Saber lo que no queremos realmente no es tan difícil. En cambio, averiguar qué queremos realmente sí que lo es”.
Un punto para Santo Domingo, que no ha descubierto la pólvora ni un tema muy original, pero ciertamente pone sobre el tapete un antiguo debate que sigue dando mucho que hablar, lo cual indica que nada está resuelto. ¡Feliz Año Nuevo! Y a pensar se ha dicho. La revolución en el año que comienza son los pilates para las neuronas.
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