Dom. 13 dic '09
Perú 21
Autor: Marco Sifuentes
(El jueves, en el local de la Escuela de Posgrado de la UPC participé, junto a Patricia del Río y Úrsula Freundt-Thurne, de la presentación de “La Calidad del Español en la Red”, impulsado por la Fundación Telefónica. Aquí un resumen de mi testimonio.)
“- ulas amix sorry x el WTF pero xsiak voa avlar 1 tok asi bien xvr. u_u xfa no c recojan. PTM, creo q xsiak me jalo, okis? grax. blaos.
- (LOL.)”
¿Entendieron? No se asusten, yo tampoco. Nunca había leído en voz alta y sin traducir un texto escrito en lo que algunos investigadores del libro llaman “ciberhabla” y otros, resignados a la anglofilia de la red, conocen como “netspeak”.
No soy uno de los nativos de este idioma. De hecho, para ellos este torpe intento de imitarlos debe parecerles escrito por Tarzán. Por “nativos” me refiero a gente como mis principales instructoras en este lenguaje, mis primitas de 15 años, sin cuya inestimable ayuda yo no sabría qué demonios es “YLS” ni me hubiera enterado que la letra “Y” y los osos polares están a punto de compartir el mismo, cruel, destino.
Tengo que confesar algo: yo era un talibán del español. Cuando en 1996 me conecté por primera vez a Internet me negaba a escribir algo que no fuera a dejar orgullosa a la RAE. Y ahora soy un convencido de la utilidad y pertinencia de este nuevo lenguaje. Esta es la historia de cómo me inoculé ese virus, cual Daniel Alcides Carrión.
Tengo el recuerdo clarísimo de la primera vez que escribí “jajaja” en un correo. Ya había visto la expresión en un par de e-mails y –deformación preprofesional– me pareció mucho más humana que las artificiales “(risas)” que mis colegas suelen insertar en sus entrevistas. Fue una decisión consciente. Una capitulación. Pero decidí que sería la única. Qué iluso
Tontamente, yo pensaba que seguía moviéndome en los terrenos del lenguaje escrito. No había entendido –como ahora, gracias a este libro– que estaba ante un nuevo lenguaje que tiene tanto de escrito como de oral y gestual. Durante años me enterqué siguiendo las pautas más MarthaHildebrandtianas en mis correos, chats y posts. Un esfuerzo inútil. Un día me sorprendí a mí mismo olvidándome para siempre de los signos de apertura de interrogación en mis mensajes de celular.
Y luego, la frontera final: los emoticones (o, como dicen algunos culposos normativos en el libro, emotíconos). ¡Cuántas peleas con las novias me habrían ahorrado dos puntos seguidos y el cierre de un paréntesis! Y cuántos malentendidos evitados gracias a un simple :) Poco a poco entendí que esta huachafada, esta niñería, tenía una función absolutamente pragmática: dilucidar ambigüedades en el contexto de una comunicación escrita inmediata carente de los apoyos gestuales y fonéticos del contacto cara a cara.
En resumen, durante estos años, lenta y dolorosamente fui comprendiendo una verdad de Perogrullo: que todo tiene su lugar. Una cosa es el habla culta y la otra es el netspeak. Lo siento, pues. No puedo ponerle punto final a una línea de chat. Lo siento, me es mucho más fácil mensajear “xq” en vez de “porque” o “por qué”. Lo siento, soy un blogger que mando mails, 'tuiteo’ y 'facebookeo’ con mis 'vlogovidentes’ para avisar que salió un post. Lo siento, la traducción de “blog” no es “bitácora” (yo no veo a nadie con traje de marinero en las cabinas de Internet). La traducción de “blog” es “blog”, ese es el nombre de la herramienta. ¿Está en inglés? Sorry.
Pero no estoy defendiendo la abolición del lenguaje formal. Al contrario. Puedo olvidarme del Diccionario Panhispánico de Dudas en una línea de chat, que es pasajera, efímera, pero en un blog no tengo esa excusa. Especialmente porque un blog –o al menos el que yo tengo– trata de llegar a un receptor con el que no necesariamente se comparte ese código cómplice de los que 'chatean’. Por tanto, el español escrito habitual, formal o no, es el que me resulta útil. El netspeak puede ser muy xvr FTW \oo/ , pero en mi blog no sirve (del todo). En mi blog todavía soy, un poco, Martha Hildebrandt. Todo tiene su lugar. kthxbye....
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